Jueves, 07 de febrero de 2019

¿Quién me importa?Resulta una experiencia interesante y enriquecedora sentarse en alguna terraza o banco de la ciudad, siempre que sea en un espacio transitado, y observar detenidamente a las personas que deambulan de un lado para otro. Enseguida percibiremos en sus rostros ese aire de ensimismamiento que manifiesta desapego e indiferencia hacia los demás. Es un fenómeno que el Papa Francisco llama la «globalización de la indiferencia».

Resulta curioso que la hiperconectividad de la que gozamos no haya revertido en un aumento de nuestra afectividad relacional. Al contrario, cada día la soledad hace mayores estragos y se cobra un número mayor de víctimas. Tanta gente enviando mensajes con sus móviles, o chateando por whatsapp no redunda en un aumento de las relaciones afectivas y fraternales, Al contrario, las relaciones serán más numerosas pero mucho más superficiales y anodinas.

¿A quién se le ocurre decirle al que tenemos al lado: «oye, tengo miedo, ayúdame», o «nadie me quiere», o «quisiera hablar contigo», o «quiénes somos en el fondo los hombres y qué sentido tiene nuestra vida» ... Pero no, eso no sucede nunca. ¿Acaso estamos condenados a vivir aislados dentro de nosotros? A los que responden que esto no va con ellos, les pondría un espejo en forma de pregunta delante de sus ojos: ¿qué hacéis por los demás?

Nada hay más importante que librar a otros de su soledad afectiva, de su aislamiento. ¿Quién ha despertado a alguien con un beso? No es difícil hacerlo. Sólo hace falta mucho amor. No olvidemos que cada uno de nosotros somos una esperanza para los demás. Miremos si no a Jesús de Nazaret. A Él sí que le importa todo lo que pasa a su alrededor. Para el Señor no hay una masa anónima e indiferente: nos conoce a cada uno por nuestro nombre, conoce nuestras miserias y nuestras luchas. Por eso, ante un roce de una mano temblorosa, Él se para. Porque le importa esa persona. Porque le importas tú.


Publicado por torresgalera @ 0:00  | Pensamiento
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